jueves, 20 de mayo de 2010

ORIENTACIONES BIOLÓGICAS Y EXPLICACIONES BIOLÓGICAS DEL HECHO CRIMINAL

1. CORRIENTES BIOLÓGICAS
Son las que mayor parecido tienen con las ideas propuestas por Lombroso, ya que parten de que el delincuente es “distinto” del no delincuente. Y es en este factor de diferenciación donde reside el porqué del hecho criminal. Factor biológico que distingue al delincuente del no delincuente. Centra sus estudios en la búsqueda de un trastorno que supone un contrapunto de las tesis ambientalistas, ya que en el S.XVIII el francés Gall que estudió las protuberancias y otras irregularidades de los cráneos del recluso, en busca de una anormalidad que explique su postura, más tarde con la escuela positiva, Lombroso con el atavismo moral. El criminal es un ente aparte, un ser distinto. Y a partir de aquí las explicaciones posteriores dicen que estas fases biológicas, son las que van a influir.
El método experimental, que aplican al campo de la conducta humana basada en la observación de masas y del individuo.
BIOLOGÍA CRIMINAL
Engloba una serie de ciencias. Se habla también de antropología criminal basada en el aspecto corporal de la persona. Engloba psicología criminal y también la sociología criminal: delito como hecho social.
ANTROPOLOGÍA CRIMINAL
BERTTILLON: antropometría: mediciones del cuerpo. Autor que se dedicó a medir las partes del cuerpo humano con 11 medidas distintas. Con este sistema unido a la fotografía del delincuente se utilizará como medio de identificación.
Otra aportación será la que utilizando un método estadístico, se realizan ediciones precisas, viables y reproducibles.
Con todo este sistema de mediciones se intentará acabar con la teoría Lombrosiana, ya que los antropometristas llegarán a la conclusión de que existe una proclividad delictiva presente en todo ser humano, capaz de determinar en ciertas circunstancias que una persona se convierta en criminal.
El nivel intelectual es la fuente primera del delito.
GORING: comparará presidiarios con grupos de control no presidiarios, llegando a la conclusiión de que no hay diferencias representativas, así el delincuente atávico no existe.
HOOTON: sostendrá que los criminales son naturales, que están destinados al crimen por taras hereditarias, llevan en su interior signos de deficiencia.
Llegó a la conclusión que los criminales estaban degenerados. La única manera d atajar la criminalidad es la eugenesia y el control de la reproducción.
Mantuvo que las medidas corporales de los delincuentes eran inferiores a las de los no delincuentes, lo asociaba a la inferioridad mental.
KRETSCHMER: “Biotipología”. Elabora una tipología delictiva que aún perdura hoy en día. Distingue:
leptosomático, caracterizado por tener el cuerpo alargado y delgado, la cabeza pequeña y la nariz puntiaguda.
Atlético, gran desarrollo del esqueleto y musculatura, tórax y cabeza grande.
Pícnico: abdomen prominente, cabeza redonda y ancha, tendencia a la obesidad.
Displático, presenta características muy exageradas de cualquiera de los grupos anteriores.
Esquizotínico, presenta una constitución leptosomática, pero con un temperamento introvertido.
Ciclotínico, personas extrovertidas, de constitución pícnica.
Viscoso, constitución atlética, oscila entre el leptosomático y el pícnico pero son tranquilos y pasivos.
GLUECK: Se centró en los estudios comparativos, estudiando gemelos, estudiaron 500 jóvenes en un grupo criminal por un lado y en el otro un grupo de control. Extrajeron determinadas conclusiones.
- 60,1% de delincuentes parecían como individuos proclives a actos violentos, a su vez insensibilidad e inestabilidad emocional.
Cobran importancia los estudios procedentes de la endocrinología, se ha tratado de explicar el comportamiento humano criminal de manera específica, como un comportamiento debido a procesos hormonales endocrinos patológicos. La conducta criminal es debido a disfunciones de secreción interna.
Destacan cuatro autores, Pende, Vidoni, Ditullio (italianos) y Ruiz de Funez (español). Son autores de principio de siglo.
El punto de partida de la disfunción hormonal, esa disfunción tendrá una gran influencia sobre el temperamento y el carácter del individuo. Esta disfunción puede influenciar en el desarrollo de la delincuencia. Entienden que las glándulas de secreción internas, relacionadas con el sistema nervioso vegetativo, están ligadas a la vida instintivo afectiva.
De eso se derivarán relaciones más o menos extensas entre las funciones endocrinas y el carácter. Relaciones entre la constelación hormonal individual y la criminalidad.
DI TULLIO entenderá que las glándulas endocrinas intervienen en la criminogénesis, por la constitución misma del individuo. Este autor adelantará que la constitución de los criminales está bajo la dependencia de su sistema hormonal, de su sistema endocrino.
Muchos autores han querido constatar la disfunción glandular con un tipo de comportamiento criminal.
Respecto a la criminalidad femenina, han sido muchos los estudios que han querido demostrar que la mujer ha cometido un alto porcentaje de delitos durante el período catameñal.
Una teoría endocriminológica está condenada al fracaso, ya que muchas personas tienen disfunciones y no por ello son criminales.
La escuela biológico - positivista contiene:
El interés se centra hacia el actor y su comportamiento.
Criminales y no criminales se diferencian por sus condiciones biológico - antropológicas.
Estos factores biológico - antropológicos son los que determinan el comportamiento individual.
Este tipo de teorías son apropiadas para apoyar, justificar ideologías reaccionarias, totalitarias, racistas.
Si la teoría biológico - positivista se adecúa, puede ser utilizada para legitimar determinados intereses.
GENÉTICA
EXNER: entenderá que si la predisposición determina de manera decisiva la evolución de la personalidad y el delito es una exteriorización de esa personalidad, no se puede restar importancia a la influencia de la masa hereditaria del factor hereditario. No por eso entiende que el factor hereditario sea determinante.
El delito, para él, es siempre una reacción a impresiones ambientales, los influjos hereditarios y los influjos ambientales no se pueden desenredar.
No existe la predisposición al delito. Puede existir en determinadas personas debido a rasgos hereditarios o genéticos un desarrollo direccional hacia el delito. Este desarrollo direccional puede disminuirse o aumentarse mediante la acción tanto de circunstancias internas como externas.
Ni el desarrollo direccional ni el mundo circundante pueden por sí mismo, llevar a una persona al delito. Se rechaza una teoría puramente biológica y también se rechaza una teoría sociológica, los dos factores están interrelacionados, provocando el hecho criminal.
El delito es un concepto jurídico que varía dependiendo del tiempo y el lugar.
Se observa que la mayoría de los estudios se centran en: se han hecho estudios sobre familias criminales, gemelos, adopción y estudios sobre cromosomas.
Genealogías de delincuentes: se hace un seguimiento sobre la descendencia de una parte o línea. Se deja a parte el influjo de otros familiares. El gran inconveniente es que suelen encontrarse sobre una familia concreta.
Estudios de gemelos: hay que distinguir entre gemelos univitelinos y bivitelinos.
LANGE: buscó gemelos univitelinos, cuyo padre era criminal, si la masa hereditaria es un factor decisivo, y la disposición criminal existe en uno de los hermanos, lo lógico será que el otro también tenga esa predisposición. De los diversos trabajos realizados se desprende que el comportamiento de ambos es igual. Hay que añadir que los dos hermanos vivían casi siempre bajo las mismas circunstancias externas.
En el supuesto de los gemelos bivitelinos, al no tener la misma herencia, pero sí el mismo medio, y si éste es decisivo, deberían mostrarse también en ellos las mismas manifestaciones que los univitelinos, pero esto no es así, de ello se deduce la importancia de la carga hereditaria.
CHRISTIANSEN: se estudiaron todos los gemelos nacidos en Copenague entre 1881 - 1910. Logró estudiar 3586 parejas de gemelos, de estos encontró 799 con antecewdentes en alguno de sus gemelos. Encontró una mayor concordancia criminal entre gemelos univitelinos que entre bivitelinos.
De este estudio extrae que cuanto más común sea la delincuencia en un área geográfica, menos genéticamente determinada está. Con esto todo parece determinar que la conducta delictiva manifestada en un medio no delincuente está más fuertemente determinada por la genética mientras que la conducta delictiva está determinada por el ambiente.
También se realizaron estudios sobre adopción, se compararon los padres biológicos con los hijos que han “cedido” en la adopción y a su vez con los padres adoptivos. Si la adopción se produce inmediatamente después del nacimiento, la influencia de los padres biológicos es biológica no ambiental, al estar estos dos factores separados se pueden evaluar la relativa influencia de estos dos factores.
CROWE: estudió 41 mujeres que habían estado en un reformatorio entre 1925 y 1953, estas mujeres habían tenido 52 hijos que habían sido adoptados, estos hijos tenían entre 15 y 45 años en el momento del estudio, estos 52 hijos fueron comparados por un grupo de control (niños adoptados) teniéndose en cuenta variables como sexo, raza, religión, ... Se observó que 8 adoptados del primer grupo tenían antecedentes penales, mientras que el grupo de control, sólo dos presentaban antecedentes penales.
Los estudios sobre malformaciones genéticas. En 1961 se publica el descubrimiento de SANDGERB, presencia de una malformación cromosómica consistente en que los varones presentaban una Y de más.
En 1965 una autora inglesa PATRICIA JACOBS, investigaba en los centros penitenciarios y descubre que numerosos reclusos presentan esta anomalía cromosómica XYY. Jacobs observa las características de estas personas, observando que son más altos que el término medio, que la mayoría son perturbados mentales, y además suelen ser autores de delitos violentos contra las personas o contra la propiedad.
Jacobs dice que los individuos que presentan esta anomalía son violentos, peligrosos y con propensión al crimen. No puede afirmarse que quien tiene esta anomalía sea peligroso o violento ya que las pruebas se realizaron en centros penitenciarios.
A nivel político criminal y jurisprudencial, una misma anomalía supuso que se dictaran dos sentencias distintas: ** 1968, Australia, autor de asesinato, se le absuelve del mismo por presentar la anomalía XYY; ** 1968, Francia, se condena a un individuo a la pena de 7 años de prisión, por presentar la anomalía XYY.
2. EXPLICACIONES PSICOPATOLÓGICAS DEL HECHO CRIMINAL
Desde los inicios de la humanidad, y principalmente desde los primeros estudios realizados en materia criminal, se observa que la sociedad ha pretendido siempre atribuir al delincuente anormalidades psíquicas como causa de su comportamiento.
Pero es sólo a partir del siglo XIX cuando empieza a distinguirse entre delincuente y enfermo mental, contemplando a éste último como cualquier otro enfermo.
Es indudablemente la psiquiatría la disciplina mejor predispuesta a explicar el comportamiento delictivo como producto o expresión de patologías del psiquismo humano. Gracias a sus valiosas aportaciones hoy ya no cabe mantener que el delincuente sea un loco o que la locura genere necesariamente criminalidad.
Dentro de la psicopatología merece especial atención el concepto de psicopatía, sobre el cual centraremos nuestro estudio.
Desde que en 1809 PINEL describió la “manie sans delire” (manía sin delirio) puede decirse que existe un concepto diagnóstico aplicable a aquellas personas cuya conducta entre frecuentemente en conflicto con la sociedad.
El término psicopatía fue introducido por primera vez en 1891 por KOCH con el objetivo de designar una nueva categoría psiquiátrica relacionada con los trastornos de personalidad en general.
Pero para la doctrina mayoritaria, fue KRAEPELIN quien en 1896 definiera la personalidad psicopática. Como señala GOPPINGER, a partir de entonces el problema de los psicópatas es el problema fundamental de la Criminología.
Este autor no es el único que mantiene esta postura puesto que GARRIDO GUZMAN señala igualmente que “entre los problemas más espinosos y difíciles con los que hoy se enfrentan los estudiosos de la Criminología, del Derecho Penal y Penitenciario, de la Psicología y la Psiquiatría se encuentran los planteados por las personalidades anormales o psicopáticas en su relación con la criminalidad. Pese al formidable avance que las ciencias antropológicas han experimentado en estos últimos años, las psicopatías continúan siendo uno de los capítulos menos logrado de la clínica psiquiátrica”.
Existen innumerables definiciones del término “psicopatía” y de la “personalidad psicopática”, destacando principalmente la de SCHNEIDER quien considera psicópatas “a aquellos hombres que sufren por su anormalidad, o por cuya anormalidad sufre la sociedad”. No obstante, esta “anormalidad” no nos debe inducir a error, puesto que, como señala VALLEJO-NAGERA en el lenguaje científico se tiende a aplicar “psicopatía” al enfermo psíquico y sabemos que por definición el psicópata no es el enfermo mental.
Por otra parte, la etiología incierta del síndrome psicopático ha determinado que el término personalidad psicopática, tal y como se viene utilizando por la psiquiatría no pueda ser diagnosticado objetivamente, sino que, por el contrario, a su diagnosis suele llegarse por vía de exclusión. Ello ha determinado que un amplio sector doctrinal haya negado el carácter científico al término psicópata afirmando que se trata de un concepto omnicomprensivo o más bien de un "“cajón de sastre".
Ante tal falta de precisión, la moderna Psiquiatría, especialmente la norteamericana, ha cargado el acento en el aspecto sociológico, poniendo con ello de manifiesto la importancia de los factores sociales y culturales que influyen en la conducta dirigida contra la norma, sustituyendo el término psicópata por el de sociópata.
Pese a la denominación, como subraya VALLEJO-NAGERA, los síntomas son los mismos: “comienza antes de los 15 años, con hurtos en casa, mentiras reiteradas, falsificación de las notas en la escuela, actos de vandalismo, vagabundeo, fugas de casa, contacto con el alcohol y las drogas, pendencias, expulsión de escuela, actividad sexual promiscua, precoz y violenta y cualquier forma de delincuencia infantil. En general, violación de las normas de conducta en el hogar y frente a la sociedad”.
Del mismo modo que los expulsan de la escuela y colegios ocurre después en los empleos, o los abandonan sin tener previsto otro. Uno de los rasgos típicos “es actuar por las apetencias en el momento presente sin tener en cuenta las consecuencias”.
El autor italiano DI TULLIO(1967) señala los tipos psicópatas que presentan un interés criminológico:
Los hipertímicos descompensados, exagerados y exuberantes de sentimientos con agitación excesiva e hiperactividad, de comportamiento inestable, poca reflexión y a menudo inmoralidad, todo ello unido a la carencia de profundidad de pensamiento, de lógica y de crítica, contienen tendencia a las estafas y a las peleas.
Los lábiles de humor, que representan bruscas variaciones endotímicas, con acciones repentinas e imprevistas: descontentos, agitados, impacientes y con reacciones brutales: fugas, deserción, vagabundeo, piromanía, cleptomanía.
Los histriónicos, de ambición desmesurada, que emplean todos los medios para llegar a su fin. Presentan varios tipos: los excéntricos, los fanfarrones, los mitómanos, y los fantasiosos. Especialmente estos dos últimos tipos tienen tendencia a cometer actos fraudulentos de toda especie.
Muy frecuentemente, a nivel clínico se ha denominado psicópatas a todos los individuos que muestran conducta antisocial. Se ha establecido la distinción de tres tipologías delictivas psicopáticas: la primaria, la secundaria y la subcultural.
La descripción clínica de la psicopatía primaria se debe principalmente a CLECKLEY en 1976. Este autor considera como características más importantes las siguientes: atractivo superficial y buena inteligencia; ausencia de delirios y otros signos de pensamiento irracional; ausencia de nerviosismo y de manifestaciones psiconeuróticas; informalidad; falsedad e insinceridad; incapacidad para experimentar vergüenza o remordimiento; conducta antisocial irracional; falta de juicio y dificultad para aprender de la experiencia; egocentrismo patológico e incapacidad para amar; pobreza en las principales relaciones afectivas; pérdida específica de intuición; poca respuesta a las relaciones interpersonales; conducta desagradable y exagerada, a veces con consumo de alcohol; amenazas de suicidio raramente consumadas; vida sexual impersonal, frívola y poco estable; dificultad para seguir cualquier plan de vida.
En el segundo grupo, los psicópatas secundarios, estaría formado por aquellos individuos que a pesar de presentar conductas antisociales lo hacen como consecuencia de algún trastorno emocional; su historia, respuesta a los tratamientos y pronóstico son totalmente distintos de los del psicópata primario. Son capaces de mostrar culpa y remordimiento, así como de establecer relaciones afectivas con los demás. A estos individuos también se les ha denominado psicópatas neuróticos.
El tercer grupo, los psicópatas subculturales estaría formado por aquellos individuos de características de personalidad “normales” que pertenecen a una subcultura delincuente y que son perfectamente capaces de mostrar lealtad, sentimientos de culpa y de establecer relaciones afectivas dentro de su subcultura; su conducta antisocial sería debida principalmente a variables de tipo ambiental.
Es necesario precisar que aunque es frecuente hallar individuos con las características del psicópata primario entre los delincuentes, puede hallarse también personalidades psicopáticas entre los no delincuentes.
En lo relativo al porcentaje de psicópatas, es desalentador el observar la falta de criterios unificados en lo concerniente al diagnóstico. Así, SUTHERLAND y CRESSEY notan que el diagnóstico de la personalidad psicopática no es ni uniforme ni objetivo; un individuo puede ser considerado psicópata por un psiquiatra y no serlo por otro, según las ideas preconcebidas de quien lo analiza. Ello es debido justamente a la falta de clarificación sobre el tema en su definición y clasificación, así, según se adopte una definición u otra o se considere válida una clasificación u otra, se entenderá que un individuo presenta o no una personalidad psicopática. Reina, pues, en esta cuestión una falta total de rigor científico.
SUTHERLAND relata que según los boletines de los centros penitenciarios de Nueva York y Massachusetts, aproximadamente un 10% de los criminales allí llevados son clasificados como personalidades psicopáticas entre los delincuentes internados. En la época entre los años 1919 y 1929, un 88.3% de todos los criminales que entraron en la cárcel de Illinois fue clasificado como psicópatas. De estas divergencias deduce Sutherland que estas diferencias se deben más bien a conceptos psiquiátricos distintos que a una diferentes estructura de la personalidad de los criminales. Por lo demás Sutherland cree observar que en los establecimientos penitenciarios, en los que son psiquiatras quienes diagnostican a los criminales, hay algo así como una tendencia general a hacer aumentar el porcentaje de aquellos reclusos considerados como psicópatas.
Para GOPPINGER, en muchos caos, la personalidad psicopática es simplemente deducida del delito cometido o del género de vida llevado. Para este autor, por consiguiente, habrá que mirar las publicaciones sobre porcentajes de personalidades psicopáticas entre los criminales con gran escepticismo.
Al respecto se aconseja acudir al interesante artículo de Garrido Guzmán “psicopatías, criminalidad y tratamiento penitenciario” (Cuadernos de Política Criminal nº 33-1987).
Como señala GARCÍA PABLOS, la experiencia parece demostrar que la mayor parte de los infractores de la Ley son - sorprendentemente - normales, desde el punto de vista psíquico: el problema, a menudo, consiste no en que determinados individuos se hallen mal compuestos e inadaptados, sino en que se encuentran bien dispuestos y adaptados pero a la vida y a los valores criminales.


FUENTE: http://html.rincondelvago.com/criminologia_3.html
FERNANDO ESTEBAN

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